A veces me siento como una extraña en un viejo cuerpo. No me reconozco. Miro hacia atrás y veo cuan diferente era, cuan feliz era. Es raro decir que me extraño, que extraño a la antigua yo. No había razones por las cuales preocuparse, no había limites ni excesos, a penas sabía que estaba bien o que estaba mal, simplemente nada importaba. Es que la verdad, me sentía libre, era libre y no existía mejor sentimiento. Recordé el pasado y mis lagrimas no paraban de caer, era como una fuerte tormenta en mis ojos. Comencé a hacerme preguntas tras preguntas, busqué respuestas... Y entendí, entendí que no había dos de mi, no había antigua ni nueva, siempre fui yo, solo que fui cambiando con el tiempo. No sé exactamente cuando pasó, que algunas cosas empezaban a importar, que algunas cosas me hacían daño, que algunos días no habían ganas de salir de la habitación, que algunas veces quería morir. En mi cabeza todo se veía oscuro, mi vida se estaba convirtiendo oscura y no sabia que hacer. No encontraba la diferencia entre el sol y la luna. Las guerras contra mi misma comenzaban. Ya no quería mirarme en un espejo, y es que hasta mi propio reflejo odiaba. ¿Cuándo todo se volvió tan complicado? Nadie puede seguir cuando a penas puede levantarse, y yo ya no quiero seguir más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario